PANAMÁ – NORIEGA. Una venganza que debe cesar: Libertad al general Noriega
Por lo que sé, Noriega siempre le fue fiel a Omar Torrijos, a quien sucedió como «hombre fuerte» de Panamá cuando aquel murió en un atentado de la CIA en julio de 1981. Ya desde antes, Noriega era el encargado de las relaciones del gobierno panameño con la CIA, que por haberle dado algunas sumas de dinero, lo consideraría poco más que un empleado. No obstante, Noriega resistió muchas presiones de Washington para que actuara contra el gobierno sandinista de Nicaragua y, sobre todo, contra Cuba. Y al realizarse en Mar del Plata en 1987 la XVII Conferencia de Ejércitos Americanos, que apuntó todos sus cañones contra Cuba y los nacionalismos populares (considerados por los atrabiliarios militares entrenados por Estados Unidos sinónimos de comunismo) Noriega filtró sus documentos secretos a La Habana, que a su vez se los pasó al Partido Comunista Argentino (PCA) y al Movimiento Todos por la Patria (MTP) que, rompiendo un acuerdo, llamó a una rueda de prensa para denunciar lo tratado en el cónclave militar. Por entonces preparé un dossier, una separata de El Porteño sobre la XVII Conferencia de la CEA. La «traición» de Noriega hizo que el presidente norteamericano George Bush (padre), que había sido el jefe de la CIA, jurara venganza. El fracaso de un golpe de estado iniciado dentro de las Fuerzas de Defensa de Panamá el 3 de octubre de 1989 hizo que Bush decidiera invadir el país a sangre y fuego. Era el fin de la Guerra Fría, poco antes de la implosión de la Unión Sovietica y desde entonces Noriega está preso. A pesar de haber cumplido su condena, Estados Unidos le pidió a Francia que lo reclamara en función de acusaciones más que dudosas. Y cuando esa farsa no se pudo sostener, se lo remitió a una cárcel de Panamá. Noriega está hace ya muchos años en silla de ruedas. Sobrevivió a un cáncer, a ACVs y a la depresión. Todo indica que hay una determinación de que muera en prisión. Y tiene su lógica, ya que muchas operaciones que hizo en sociedad con la CIA tuvieron que ver con la introducción masiva de cocaína en los Estados Unidos por parte de «la compañía» en el marco o so pretexto del «Affaire Irán-contras» o Irangate. JS
General Cisneros: «Noriega debe ser liberado»
Julio Yao Villalaz* / opinion@laestrella.com.pa
El ex general estadounidense Marc Cisneros (1) declaró que Manuel A. Noriega debía ser liberado: «Tenemos muchos criminales en EE.UU. que han hecho (cosas) peor que él y ya están libres. Para mí ya deberían dejarlo irse a su casa porque ya llevamos 25 años «, dijo Cisneros hace ya casi dos años a Julia Elena Alvear (NexTV, diciembre de 2014).
A algunas personas que rinden culto idólatra a EE.UU. les resulta difícil entender que una crítica a la invasión no es una defensa de Noriega. Cisneros dijo que la invasión fue algo estúpido e innecesario: «La guerra es el elemento humano más estúpido y en cierta manera sí fue estúpida la invasión, (porque) no fue necesaria «.
Ese concepto lo expresó con mayor elegancia el estratega chino Sun Tzú hace más de 2500 años: «La mejor victoria es vencer sin combatir, y esa es la distinción entre el hombre prudente y el ignorante «. Pero a los terroristas de hoy (y no me refiero al ISIS únicamente) no les interesan las cogitaciones morales y éticas del autor de El arte de la guerra .
¿Cómo no sería estúpida una invasión que destruyó nuestra soberanía; que agredió a su principal socio en los Tratados; que mató entre 4000 y 7000 panameños; que ocasionó miles de millones en pérdidas al Estado y nos dejó una herida que jamás se cerrará? ¿Cómo no sería innecesaria un invasión que atacó a un país que no tenía defensas antiaéreas ni radares; que atacó al país más identificado con EE.UU.; que asesinó a cientos o miles de militares y policías que no eran enemigos de EE.UU.?
Si fue estúpida e innecesaria, ¿a quiénes sirvió la invasión? La invasión sirvió para reinstaurar a los aliados históricos de EE .UU. al poder; impedir que Japón construyese un nuevo Canal en Panamá, reafirmando el control norteamericano perpetuo de la vía acuática; bloquear la designación del primer panameño administrador del Canal (Tomás Gabriel «Fito» Altamirano Duque); abrirle un camino a sus aliados en la ACP y experimentar armas, equipos y tecnologías jamás antes probados.
Cisneros no ignoraba la posición ventajista de su país. Sabía que era imposible un «fair play» entre EE.UU. y Panamá; que EE.UU. no iba a invadir a China Popular o a Corea del Norte, sino a un país indefenso. Por ello, sus declaraciones se me antojan desvergonzadamente cínicas e hipócritas, clara admisión de un crimen de lesa humanidad que ha quedado impune. En franco mea culpa, admite Cisneros: «La culpa de Noriega es de nosotros, los Estados Unidos y la gente de Panamá que aceptó que las cosas siguieran».
Ustedes, señor Cisneros, con sus planes desestabilizadores desde el Consejo de Seguridad Nacional, quisieron cortar de un tajo el nudo gordiano de un conflicto geopolítico que venía gestándose hacía años. Ustedes dejaron que ese bodrio se pudriera para, entonces, cuando el Pentágono no aguantara tanta hediondez, salir de sus catorce madrigueras, debilitar y desarmar a las FDP e invadirnos durante el sueño navideño. La responsabilidad por la invasión es de ustedes, aunque algunos panameños se la rogaron.
Pero Cisneros culpa a otros: «Teníamos una situación donde claramente el Departamento de Estado era muy agresivo y quería que nosotros (los militares) actuáramos a la fuerza, porque tenían mucho odio a Noriega porque no les hacía caso «.
Sin embargo, tanto Cisneros como el ex general Maxwell Thurman obedecían a su jefe de Estado Mayor Conjunto, Colin Powell, no al Departamento de Estado. Si Noriega los hubiese obedecido, estaría hoy libre y feliz, pero sería un traidor. Por escoger no serlo, Noriega se pudre en su celda después de 26 años preso.
Cisneros le declaró a su entrevistadora que la responsabilidad por el fracaso del golpe del 3 de octubre de 1989 recae en el general Thurman. Ahora tocamos fondo. Según (la periodista) Julia Elena Alvear, «Cisneros dio a conocer que Maxwell Thurman perdió una gran oportunidad al no creer que se le iba a dar un golpe de Estado a Noriega el 3 de octubre de 1989 por el mayor (Moisés) Giroldi » (que fue muerto después de la asonada. N. del E.). «En ese momento se pudo capturar a Noriega; perdimos esa oportunidad tremenda, ya que eso se podía arreglar sin sangre. Thurman no hizo lo que yo le recomendé. Sé que mucha gente no va (a) entender lo que hicimos», afirmó Cisneros.
Noriega pidió perdón públicamente. ¿Pedirá perdón Cisneros a los familiares de víctimas de la invasión por los asesinados? ¿O será mejor que confiese dónde ocultaron a nuestros muertos?
*ANALISTA INTERNACIONAL, EXASESOR DE POLÍTICA EXTERIOR Y ESCRITOR.
Nota:
1) El general Marc Anthony Cisneros fue una pieza clave en la invasión a Panamá en diciembre de 1989.